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Lo único que quería Reia era libertad.
Conocida como un mal augurio y culpable de que los Demonios se comieran a su familia, Reia es rechazada por todo su pueblo. Cuando llega el momento de hacer la siguiente ofrenda al Duskwalker, su pueblo le ofrece una elección imposible: ser apresada o permitir que la sacrifiquen a un monstruo sin rostro.
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